La obra consiste en una serie de planchas intervenidas, que lanzan un comentario sobre los artefactos que aparecen para mejorar la calidad de vida de las mujeres, y hacer mucho más fácil sus oficios domésticos. En este sentido, la invención de la plancha se tomó como una gran mejora a este invento que ha sido propio y casi exclusivo para el género femenino.
De manera equivalente, mientras en el arte los cambios estéticos desembocaban en la abstracción más radical, la mentalidad femenina comenzó a cambiar a inicios de la década de 1920; las mujeres comenzaron a transformarse, la ultra femenina y sumisa ama de casa adopta un estilo más masculino y se esmeraban por tener independencia. Esto fue en gran parte gracias a la revolución de las sufragistas en 1912 que luchó por cambiar los paradigmas patriarcales exigiendo, puntualmente, el derecho al voto como una de las formas de reconocerse como ciudadanos con los mismos derechos que tenían los hombres en ese entonces. Como nota importante, cabe destacar que esta revolución comenzó en una lavandería textil entre el grupo de mujeres planchadoras.
“Las mujeres no tienen el temperamento calmado, ni el equilibrio mental necesario para emitir un juicio sobre asuntos políticos. Si permitimos que las mujeres voten, se perderá la estructura social; las mujeres están bien representadas por sus padres, hermanos y maridos. Una vez se les concediera el voto, sería imposible detenerlas ¡A continuación las mujeres exigirían el derecho a convertirse en parlamentarias, ministras y en jueces!”
De manera equivalente, mientras en el arte los cambios estéticos desembocaban en la abstracción más radical, la mentalidad femenina comenzó a cambiar a inicios de la década de 1920; las mujeres comenzaron a transformarse, la ultra femenina y sumisa ama de casa adopta un estilo más masculino y se esmeraban por tener independencia. Esto fue en gran parte gracias a la revolución de las sufragistas en 1912 que luchó por cambiar los paradigmas patriarcales exigiendo, puntualmente, el derecho al voto como una de las formas de reconocerse como ciudadanos con los mismos derechos que tenían los hombres en ese entonces. Como nota importante, cabe destacar que esta revolución comenzó en una lavandería textil entre el grupo de mujeres planchadoras.
“Las mujeres no tienen el temperamento calmado, ni el equilibrio mental necesario para emitir un juicio sobre asuntos políticos. Si permitimos que las mujeres voten, se perderá la estructura social; las mujeres están bien representadas por sus padres, hermanos y maridos. Una vez se les concediera el voto, sería imposible detenerlas ¡A continuación las mujeres exigirían el derecho a convertirse en parlamentarias, ministras y en jueces!”